“Info? Intox?» es una expresión francesa muy utilizada en los medios para señalar el carácter original o sospechoso de una información. Su origen se remonta a una sección del programa de France 2 “Doble Juego” en 1991, donde los participantes debían adivinar si determinados reportajes que se les presentaban eran verdaderos o falsos. Al final, “l’expert de l’intox” develaba la veracidad de la información, aportando argumentos y datos de contexto que ayudaban a desmitificar el tema.
En la última década, la gran pregunta se ha vuelto esencial para entender nuestro mundo: en una sociedad más global, donde se aceleran los tiempos de la vida cotidiana y se amplía el entorno vital, necesitamos más información sobre problemas que son internacionales y encontramos más y más diversos emisores a los cuáles atender. Una diversificación que también es cualitativa: el ciudadano de hoy se enfrenta a un amplio espectro de “intoxicaciones” que contribuyen a la desinformación. Entre estas se encuentra la información que responde a intereses políticos o económicos (y no al ciudadano), la que está mal construida (ambigua, no contrastada), hasta la abiertamente malintencionada, como son los bulos y las conspiraciones que circulan por los medios sociales.
Por otra parte, el filtrado de la información se convierte en una ardua tarea para un sujeto que se encuentra cada vez más interpelado por diversos canales de comunicación. Ante esta coyuntura, los propios medios crean alternativas para deconstruir los falsos discursos e indirectamente proveer herramientas a las audiencias para reconocer la información falsa, adoptar una actitud escéptica ante esta y contrastar para llegar a conclusiones propias.
Empoderar al ciudadano
Con la ampliación del acceso a Internet, varios medios digitales se especializan en contrastar información malintencionada y reducir la propagación de rumores en línea (los franceses Hoaxbuster y Hoaxkiller son un ejemplo). Su importancia se ha incrementado a partir de 2013 con el aumento de mensajes islamófobos, especialmente en Francia (el 50 % de las demandas de verificación en HoaxBuster) y mensajes racistas en general. En esta última plataforma, los internautas remiten un rumor que han leído en Internet y los periodistas se encargan de contrastarlo consultando a las fuentes. En España, la plataforma de El País Verne devela también bulos en la red.
El carácter hipertextual de Internet puede hacerla más susceptible a la viralización de rumores, pero al mismo tiempo ofrece grandes oportunidades para el contraste de información. De hecho, varias universidades trabajan en la creación de softwares para automatizar la contextualización de hechos en la web, a través del contraste de datos y cifras.
Aunque la televisión no se ha mostrado muy interesada hasta el momento en la formación de la lectura crítica en los públicos, es de esperar que en el futuro las audiencias le exijan ir más allá de su rol de informar y se oriente también hacia el empoderamiento de los públicos. De hecho, un canal como France 24 presentaba el pasado año un vídeo sobre cómo reconocer la información falsa que circula en los medios sociales. Con esto, la televisión francesa daba un paso más allá y contribuía a ofrecer también al ciudadano algunas herramientas a su alcance para contribuir a develar los rumores en Internet.
Info ou intox : comment déjouer les pièges sur Internet ?
Periodismo fact-checking
Más allá de los bulos y las conspiraciones, también en terrenos sensibles como la política o la economía se difunden discursos ambiguos o sesgados. Aunque la verificación de hechos se encuentra en la esencia misma del periodismo, el fact-checking se propone como un formato nuevo en que se presenta o contrasta la información a través de múltiples verificaciones. Esta modalidad, que se inició en el sitio estadounidense FactCheck.org (2003), seguido por PolitiFact y Fact Checker, también ha sido acogida en la televisión, aun cuando esta se considera un medio más orientado a la información general y a la imagen que a la argumentación analítica y crítica.
Sin embargo, los informativos de televisión tienen ante sí la tarea prometeica de facilitar el filtrado de la información a un ciudadano común, en muchas ocasiones sin suficientes recursos (ya sean cognitivos, de competencias, o simplemente de tiempo) para hacerlo.
El fact-checking puede parecer un reto para la televisión, que necesita imágenes atractivas y un ritmo muy dinámico. Pero, al mismo tiempo, la narrativa de la televisión puede ser mejor que la de otros medios para mostrar hechos desde el punto de vista del fact-checking ya que puede desarrollar citas divertidas y potentes a través de la simplificación del mensaje, como destacó el programa español El Objetivo en un artículo del Poynter Institute. Por otra parte, el big data y la visualización de datos pueden también ofrecen posibilidades narrativas más afines a la televisión.
En Francia, Des paroles et des actes (France 2), emisión muy importante en las elecciones presidenciales en el 2012, innovaba introduciendo un equipo de verificadores de Francetvinfo.fr durante el directo. Sin embargo, se considera que la iniciativa quedó por debajo de las expectativas, al quedar rectificadas sólo dos imprecisiones del primer ministro Jean-Marc Ayrault, y únicamente en el sitio web. Otras imprecisiones no fueron corregidas.
En España no se introduce el fact-checking en directo hasta diciembre de 2015, cuando El Objetivo, producido por Globomedia para Atresmedia Televisión y presentado por Ana Pastor, analizaba el cara a cara entre los principales candidatos a las elecciones del 20D. Basado en la hibridación de formatos, el programa presenta infografías y entrevistas en plató para hacer del fact-checking un proceso visible y atractivo para un público general.
En definitiva, este nuevo formato contribuye a que exista un debate crítico y que tenga en cuenta diversas perspectivas sobre los discursos y contenidos mediáticos, a pesar de sus limitaciones. La exploración de nuevos formatos orientados a contrastar y a verificar la información por parte de “la tele” puede ser una vía para dar respuesta a las demandas del ciudadano de hoy. Un sujeto que ante el exceso de contenidos mediáticos activa (o debería activar) siempre la gran pregunta: “¿Cierto o falso?”
Autora: Geisel García Graña
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